4 de septiembre de 2015

CARLOS GERMÁN BELLI: Antología de poemas





Selección de poemas (1958 – 1966) del poeta mayor peruano.



POEMAS
(1958)

POEMA
Nuestro amor no está en nuestros respectivos
y castos genitales, nuestro amor
tampoco en nuestra boca, ni en las manos:
todo nuestro amor guárdase con pálpito
bajo la sangre pura de los ojos.
Mi amor, tu amor esperan que la muerte
se robe los huesos, el diente y la uña,
esperan que en el valle solamente
tus ojos y mis ojos



LA LISIADA
Aquella cebra al lado de la niña
lamiéndole su muslo mutilado,
todo aquello al costado tras del mundo,
tras la gente alherida en una riña,
todo aquello qué triste, qué fugado
de la vera del mar, y qué profundo.
Casto pie vagabundo
de niña desprendido
para siempre y herido,
naufragando por bosque y arrabales,
delante de una cebra, entre fanales
de romeros, oh niña, ¿dónde el riente
delfín, en qué canales
hoy en que no os abraza la corriente?





DENTRO Y FUERA
(1960)

HA LLEGADO EL DOMINGO
    Ha llegado el domingo
y procedo a desollarme como a un oso:
me desenfundo
y exprimo el sucio overol que cubre mi sangre

Caen entonces al fondo de la tina
goterones de sudor frío
pelos erizados
poros entreabiertos por el miedo

    Y de inmediato un verde césped reemplaza
                                               / mi antigua piel





¡OH HADA CIBERNÉTICA!
(1962)

¡ABAJO LAS LONJAS!
¡Oh Hada Cibernética!,
cuándo de un soplo asolarás las lonjas,
que cautivo me tienen,
y me libres al fin
para que yo entonces pueda
dedicarme a buscar una mujer
dulce como el azúcar,
suave como la seda,
y comérmela en pedacitos,
y gritar después:
“¡abajo la lonja de azúcar,
abajo la lonja de la seda!”



¡CUÁNTA EXISTENCIA MENOS…!
¡Cuánta existencia menos cada vez,
tanto en la alondra, en el risco o en la ova,
cual en mi ojo, en mi vientre o en mis pies!,
pues en cada linaje
el deterioro ejerce su dominio
por culpa de la propiedad privada,
que  miro y aborrezco;
mas ¿por qué decidido yo no busco
de la alondra la dulce compañía,
y juntamente con las verdes ovas,
y el solitario risco,
unirnos contra quien nos daña,
al fin en un linaje solamente?



¡OH HADA CIBERNÉTICA…!

¡Oh Hada Cibernética!, ya líbranos
con tu eléctrico seso y casto antídoto,
de los oficios hórridos humanos,
que son como tizones infernales
encendidos de tiempo inmemorial
por el crudo secuaz de las hogueras;
amortigua, ¡oh señora!, la presteza
con que el cierzo sañudo y tan frío
bate las nuevas aras, en el humo enhiestas,
de nuestro cuerpo ayer, cenizas hoy,
que ni siquiera pizca gozó alguna,
de los amos no ingas privativo
el ocio del amor y la sapiencia.






EL PIE SOBRE EL CUELLO
(1964)



PLEXIGLÁS
Este cuero, estos huecos, esta carne,
días hay que no sufren por milagro
el tenedor, las hachas, el cuchillo,
que el gerifalte tal un matarife
limpia, agita y afila con primor,
para hincar luego y dividir en trozos
al más avasallado de la tierra;
pues veces hay que por ensalmo mil
el cuerpo que hipa pasto no es del filo,
sino de plexiglás cual res el alma
de la que cortan y pesan y ponen
en el seno de un turbio celofán
el alón de la mente y el filete
no de carne, no, pero sí de aire.



LOS BOFES
Estos que hoy bofes boto mal mi grado,
tamaños montes cuando me jubile,
como mil dejaré al fin (¡ja, ja, ja!
bofes, ¡ja, ja, ja! bofes nunca más);
y redimido así de bofes ya
hacia la huesa iré con talares alas,
antes que tornen mala vez de nuevo
amos viles a donde mí con priesa,
a llenarme el vacío cuerpo y liso,
para que luego luego, mal mi grado,
bote yo otras mil nuevas asaduras.



AMANUENSE
Ya descuajaringándome, ya hipando
hasta las cachas de cansado ya,
inmensos montes todo el día alzando
de acá para acullá de bofes voy,
fuera cien mil palmos con mi lengua,
cayéndome a pedazos tal mis padres,
aunque en verdad yo por mi seso raso,
y aun por lonjas y levas y mandones,
que a la zaga me van dejando estable,
ya a más hasta el gollete no poder,
al pie de mis hijuelas avergonzado,
cual un pobre amanuense del Perú.





POR EL MONTE ABAJO
(1966)




ROBOT SUBLUNAR
¡Oh sublunar robot!
por entre cuya fúlgida cabeza,
la diosa cibernética
el pleno abecé humano puso oculto,
cual indeleble sello,
en las craneales arcas para siempre;

envídiolo yo cuánto,
porque en el escolar malsano cepo,
por suerte se vio nunca
un buen rato de su florida edad,
ni su cráneo fue polvo
en los morteros de la ilustración;

que tal robot dichoso
las gordas letras persiguió jamás,
y antes bien engranaron
en las dentadas ruedas de su testa,
no más al concebirlo
el óvulo fabril de la mecánica;

y más lo envidio yo,
porque a sí mismo bástase seguro,
y ágil cual deportista,
de acá para acullá expedito vive,
sin el sanguíneo riego
del ayer, hoy, mañana ineludible.




LOS INMÓVILES
¡Oh deidad del vapor, oh joven diosa
de la eléctrica y animal tracción!,
que unas ruedas de diámetro pequeño
nuestros tobillos ornen ya siquiera,
y por el soto corran.

¡Ay! Leve sueño cuando muchos otros
sobre la liebre se abalanzan ágiles
por granjearle el desalado andar,
y en ascuas en la zaga tal dejarnos
hasta más no poder.

Y tan revueltos somos cuanto ajenos,
entre terrestres mil motores ígneos,
que inmóvil cosa cuán veloces halan,
más que el volátil aquilón celeste,
de acá para acullá.

Pues hoy no solo de comidas hambre,
sino aun de puntos cardinales hay,
en virtud de la motriz gula extraña,
que los pies arma de talares ruedas
para tragar las leguas.

Más tal motriz gula jamás nos hala,
y, si inmóviles, solo brío habemos
de respingar mañana, tarde y noche
cuando los amos nos ordenan fieros
trabajo tras trabajo.














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